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Cuando era niña no le costaba dormir con la luz apagada. No le tenía miedo a la oscuridad. Así le llegaba la noche y se acostaba sin pretextos ni sobresaltos hasta que le llegaba el sueño, rápido, pesado. Pero una mañana despertó en un lugar distinto a su cuarto. Un mundo estridente, absurdo, lleno de ruidos y criaturas bizarras que la perseguían y molestaban, que arañaban su piel y le susurraban pesadillas que se sentían como golpes en la cabeza. Vagó por meses buscando un camino a casa. Con paso tembloroso, inquieto, inseguro, al fin vislumbró una puerta y escapó de sus demonios. Ahora, de vuelta en su hogar, rodeada por sus seres queridos que la arropan, la cuidan y le repiten que todo va a estar bien, ninguno logra entender por qué no logra dormir tranquila, por qué sigue asustada, por qué mira con atención a los rincones. Y es que ahora, esa mujer pasa las noches escudriñando la oscuridad, porque ahora ya sabe qué pudo haber cruzado desde el otro lado con ella.
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2 comentarios:
Te faltó la mentira que la noche anterior a la mañana que despertó así, a la niña le dieron la medicina equivocada. Era una medicina que se los dán a los que no pueden dormir nunca.
R-
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