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Todo empezó con un cosquilleo en el estómago. Él estaba en el otro lado del parabús, separado de mí por todos los metálicos asientos vacíos. Veía al piso fijamente, a sus Converse sucios, a una envoltura de Gansito tirada. De pronto levantaba la cabeza y, con sonrisa tímida y las mejillas enrojecidas, me volteaba a ver. Y la revolución en mis tripas aceleraba. Dejamos pasar dos peseras casi vacías. Con las manos temblando y nervioso hasta la médula, se levantó un poco y se acercó un asiento. Eso fue demasiado para mi débil panza.
Sin mucho preámbulo, mi sistema digestivo lanzó como proyectil una masa ácida y espesa. Mi espalda se arqueó hacia el frente y mi vientre se contrajo con fuerza. Olas y olas de inacabables jugos gástricos salían de mi garganta. Él me veía, ya sin pudor alguno, con los ojos y la mandíbula abiertas como coladeras sin tapa. Lloraba y mi garganta ardía. Al fin, tras lo que parecía una eternidad, las convulsiones cesaron. Respiré tranquila y limpié los restos de baba y vómito con mi manga. Sin saber bien qué esperar, volteé a encontrarme con su mirada. Él seguía ahí, anonadado y expectante. Hice una mueca que pretendió ser una sonrisa y justo cuando le iba a decir algo… él se agachó de golpe y expulsó su cena, su comida, su desayuno y, seguramente, el banquete de fin de año. Fueron varios minutos en los que él terminó hincado, frente a las sillas frías, embarrado el pantalón del vómito expulsado por los dos. Cuando terminó, tras una pausa, secó su boca con la manga, como lo hiciera yo y levantó su rostro para verme. Con nuestros gestos, en silencio, nos contamos todos los platillos que ya no reconocíamos, de dónde veníamos, nos pedimos disculpas, nos dijimos ridículos y enfermos… y nos soltamos a reír al descubrirnos el uno en el otro.
Así nos conocimos su padre y yo hace casi 10 años. Y así es el amor: algo que sale de las entrañas sin ningún control. Y eso es lo que escuchan en las noches en nuestro cuarto: Todavía sentimos ese cosquilleo en el estómago cuando estamos solos.
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3 comentarios:
Es una de las historias de amor más bonitas que he escuchado últimamente. El giro del final es muy bueno. ¡Te amo!
Vómito del corazón, ni más ni menos. Está muy, muy chingón tu texto.
Saludos Enfermos.
Realmente profundo; muy bueno :D
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