jueves, noviembre 04, 2010

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A sus padres les daba asco. Toda esa pus en la piel, toda la suciedad en el pelo (y tenía el cuerpo cubierto de vellos), su aliento podrido. El sólo verlo, con la nariz hinchada, la piel rota y fibrosa, los ojos hundidos, era desagradable. Al menos Jorgito lo mantenía encerrado en su clóset.

Jorgito quería un troll. Era todo de lo que habló por meses y su único deseo para navidad. Había leído algo de ellos en internet y se había obsesionado. Sus padres planearon comprarle un muñequito con pelos parados que anunciaban como “troll” y calmar su deseo. Sin embargo, su sorpresa fue tremenda cuando, al despertar por los gritos emocionados de su hijo, encontraron debajo del árbol, encima del zapatito, un enorme y real troll amarrado con cadenas.

Entonces su casa cambió. Lo lavaban todo tres veces al día, queriendo evitar un hedor que cada vez se impregnaba más. Evitaban el cuarto de Jorgito y sus noches las pasaban en vela.

Mas el niño era la criatura más feliz sobre la tierra. Todas las noches dormía con su lámpara de noche iluminando débilmente al interior de su ropero donde habitaba su troll. La bestia gemía, gruñía, lloraba. Y en las noches su agonía era mayor. Pero el dolor del ser parecía arruyar al pequeño que dormía satisfecho en su cama, rodeado de moscas y el repugnante aroma que salía de su armario, sabiendo que cuidaba bien de su regalo. Porque, tal y como había leído en internet; él no alimentaba a su troll.
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5 comentarios:

Javier Solórzano dijo...

Casi me gusta.

R-

Blackpaco dijo...

¡Hey, R-! Creo es la primera vez que escribes algo más que tu inicial. Bueno saber que sigues por aquí. ¡Gracias! Ojalá me digas dónde quedó el casi. ;-)

erickdelshiryuparquer dijo...

me encanto la frase final, y en cierta forma me enchino la piel al suponer un troll real. vi una pelicula de trolls en un edificio hace muchos ayeres y el laberinto con Bowie y desde entonces le he sacateado a esos trolles, los interneteros como el cuento dice, sirven para estar ahi, y que se vea bonito el numero de coments, y sin pelarlos

Javier dijo...

¡Ah! maldito Jorgito. Pero más vale así. De otro modo ya no habría Jorgito. Sólo el troll de Jorgito. Gracias por tan inquietante lección.

Eternal sunshine of the spotless mind dijo...

Me puso nerviosa y que eso me pase al leer se agradece. Un beso!