viernes, enero 29, 2010

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Todos los días resistía el llamado del viento. Sus alas se estremecían y le pedían expandirse y volar, pero ella, decidida, se rehusaba a partir si no era con él.

Ella pasó semanas en tierra buscando la forma de llevárselo consigo. Juntos planearon y construyeron un par de alas artificiales con sueños y algodones, promesas y maderas, amor y cordeles.

El día llegó y ella debía partir, pues el cielo le reclamaba con intensidad. Se pararon juntos en el borde de un barranco y ambos estiraron sus alas; las de ella naturales, hermosas, fuertes, las de él temblorosas, toscas y postizas. Ella tomó aliento y con una gran sonrisa se elevó por los aires con gracilidad. Detrás de ella, con vuelo torpe pero seguro, iban el par de alas confeccionadas con tantas ganas, mientras él, plantado al piso con el peso de sus miedos, les vio alejarse.
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