martes, junio 30, 2009

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Ella había partido hace años en una pequeña nave con el sueño de conquistar sola la galaxia. Cuando regresó, venía sonriendo y contándonos de otros mundos, otras razas, otros sabores y otras sensaciones. Nos habló de los hombres y el amor en Plácima, de la vida y sus dolores en Órius, del tiempo y sus adioses en Nabiles. No había conquistado nada pero, todavía hoy, a la luna de Varidia se le conoce por su nombre.
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Los restos descansaban a sus pies. Las cabezas perdidas y los corazones destrozados pintaban de rojo el suelo. Su acero chorreaba sangre y su pecho jalaba aire pesadamente. Se tomó un momento para ver el campo cubierto de cadáveres. Suspiró, guardó su espada y emprendió su camino para encontrarse con su caballero. Ella se alejó, llevando tras de sí un ejercito de hombres que, aún después de muertos, no la dejarían en paz.
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viernes, junio 26, 2009

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La gallina primordial se preguntaba quién había dejado un huevo ahí.
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El huevo flotaba en el vacío. Se abrió y de su hueco interior salieron, en una explosión, la materia, la luz y la energía. La gallina derramó una lágrima de orgullo.
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Al final de los tiempos, el huevo que contiene al universo se pudrirá esperando la gallina que lo llegue a empollar.
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jueves, junio 25, 2009

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“Hoy montaremos cometas”, me dijo. Nunca me explicó que tardaríamos tantos años en volver a casa ni que el espacio sería tan aburrido.
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En su núcleo iban las almas de todos los ingenuos que, al verlo, pedían un deseo. Es lo menos que se merecen por confundir un cometa con una estrella fugaz.
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El cometa se dirige, fatal, a la tierra. En su cola- como rémora, como piloto, como motor- va mi esperanza de que se estrelle antes de que ella termine de hablar y se vaya.
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miércoles, junio 24, 2009

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Después de quedarse sola siempre, la esperanza esperaba no ser la última en morir.
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En su lecho de muerte, llamaba una leve esperanza con desesperación. Ella, sabiendo que seguiría viviendo, se fue de fiesta.
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En su funeral, nadie quedó para rendirle honores a la esperanza.
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martes, junio 23, 2009

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La pequeña muerte mira con envidia a su hermana mayor, ocupada con las guerras y masacres, los enfermos y los asesinados, los suicidas y los trabajohólicos. ¡Si ella pudiera tener un trabajo tan descansado!
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En los hoteles de paso hay fallecimientos que claman justicia. Sin embargo, entre sus muros, se dan tantas pequeñas muertes que quedan sin castigo.
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Magdalena, en medio de su dolor, nunca entendió por qué tanto escándalo por el milagro: Él moría en su lecho todas las noches y resucitaba a los tres minutos.
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lunes, junio 22, 2009

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Su vida se extendía sobre el desierto. Su destino asado al sol. Su esperanza; encontrar más seguido algún espejismo.
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El desierto se preguntaba constantemente qué eran los espejismos y por qué, si había tantos, se sentía tan solo.
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Desesperado, aplastado en el metro, me pareció ver un espejismo en el que caminaba en el desierto.
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viernes, junio 19, 2009

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"Se acabaron las mentiras", mintió descaradamente.
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jueves, junio 18, 2009

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La aguda y chirriante carcajada salió del fondo de la tierra. Los perros ladraron, los niños despertaron asustados de sus apacibles sueños, las nucas de las abuelas se erizaron con escalofríos. La bruja seguía carcajeándose mientras agitaba el contenido de su caldero, llenando de vapor la profunda cueva. En un rincón, paciente, su hijo esperaba la sopa.
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miércoles, junio 10, 2009

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Enterró el cuchillo entre las costillas de su inocente víctima una y otra vez. Con fuerza. Con desprecio. Con el rencor acumulado de años de frustraciones, de represiones, de escuchar su monótona voz estorbando su camino, cortando sus deseos, impidiendo sus errores. Harto de su presencia y su constante decisión de guiarlo por el buen camino, ya no pudo más y le encajó el largo y afilado cuchillo ginsu que robó de la cocina de su novia. Una vez seguro de haber acabado con su abnegada existencia, dejó caer el cuerpo y regresó sus pasos a casa de su pareja, esperando, ahora sí, poder usar su cuerpo como objeto de los más sucios pecados. Detrás de él, quedaba el cuerpo inerte de su ángel de la guarda, con sus alas manchadas por los charcos del solitario callejón.
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martes, junio 09, 2009

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“Hora del deceso…” y dejó de escuchar. Tanto tiempo con ella, con su aliento en su espalda, con su presencia, con sus pasos junto a los suyos. Había sido parte de él toda su vida. Le tomó un momento entenderlo, asimilar la pérdida… y darse la vuelta para salir corriendo, gritando, bailando, cantando y dejar tras de si a su mala suerte en la plancha de ese hospital.
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lunes, junio 08, 2009

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Entró a la relojería desesperado. Vació su cartera, sus bolsillos, y depositó sobre el mostrador todo lo que llevaba, esperando comprar más tiempo para hacer las cosas bien, para tratar de impedir que ella se fuera. El relojero le vendió un reloj suizo finísimo, con chapa de oro blanco e incrustaciones de diamante, a mitad de precio, esperando que no le preguntara cómo funcionaba.
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viernes, junio 05, 2009

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“Las palabras sobran” dijo el semiótico, alejándose, dejando atrás al lingüista que le declaraba su amor.
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jueves, junio 04, 2009

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Cuando la luz por fin llegó a la tierra, los que miraban el cielo esa noche creyeron que se trataba de una estrella parpadeante. Nadie supo que presenciaron el final del Argos 9; primera astronave con cientos de tripulantes que se aventuraba a la exploración de la galaxia. El espectáculo de la impresionante explosión había tardado años en llegar de regreso a casa. Para su consuelo, los muertos habían pasado a ser, por una noche, parte de las estrellas que querían alcanzar con tanto empeño.
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miércoles, junio 03, 2009

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Había una vez en algún lugar del infinito espacio una raza sabía, inteligente, justa y honesta. Basaron toda su existencia bajo esos cuatro conceptos y nunca sufrieron de grandes conflictos y coexistían en paz perfecta. Eran la imagen misma de la calma y sus sentidos habían trascendido el vulgar lenguaje oral y se transmitían las ideas de mente a mente, sin ocultarse ni atacarse. Más todo tiene un fin y vino el día en que su majestuosa civilización estaba condenada a desaparecer y decidieron que sería una pena que su sabiduría se perdiera en el vacío. Así pues, organizaron a todos los habitantes de su mundo para concentrarse y transmitir, como una sola mente, los cuatro preceptos que guían a la paz y felicidad. Se formaron en cuatro grupos, uno por continente, y cada uno se concentraría en uno de los principios y sus características, que unido a los demás resultaba en la fórmula de la prosperidad. Miles de millones de mentes pensaron y se armonizaron por semanas enteras, y cuando su mundo por fin murió, las mentes lanzaron un grito cósmico destinado a intelectos sensibles similares que pudieran entenderlos.

El bramido psíquico vagó por distancias majestuosas sin encontrar destinatario. Millones de años recorrió el frío del espacio y, poco a poco, los cuatro conceptos se fueron separando. Al fin, a la orilla de una galaxia joven todavía, en el tercer planeta de un sistema solar amarillo, el mensaje de esa anciana cultura encontró donde depositarse. Una raza apenas emergente en el salvaje ambiente planetario y con el potencial para evolucionar como aquellas pacíficas entidades absorbió los cuatro mensajes. Un grupo de esas criaturas recibió, de pronto, mientras recorría la tierra árida en busca de alimento, la señal de la Justicia. Otro atajo de seres heredó la noción de la Verdad, justo cuando escuchaban al anciano de su tribu contarles alguna cacería. En otro lugar del mundo, una horda más captó la idea del Conocimiento cuando la lluvia azotaba sus tierras. Por último, una muchedumbre observaba una planicie desde lo alto de una montaña cuando la urgencia de la Curiosidad entró en ellos.

Con el tiempo, los Justos se volvieron soberbios y prejuiciosos, pues creían que poseían el don divino de la justicia a su mando y pasaron su historia juzgando y sometiendo a los diferentes. Los Honestos adoptaron su historia como realidad absoluta, creyendo que únicamente su punto de vista era el verídico y sólo el suyo el camino a la verdad. Los Inteligentes, con su deseo de poseer las respuestas, pusieron nombres a los objetos y los dotaron de poderes mágicos que permitían que su mundo tuviera sentido, y nada podía contrarrestar sus increíbles conocimientos de todas las cosas. Y los Sabios, caminaron por el mundo en un afán de descubrirlo todo, de poseerlo, de cuantificarlo y tomarlo, destruyendo, conquistando, haciendo todo parte de su inagotable curiosidad.

Así pasaron los siglos, sin que los cuatro conceptos volvieran a unirse, con la paz que vio morir a un mundo manteniendo vivo y siempre en movimiento a otro, que no ha dejado de ser salvaje.
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martes, junio 02, 2009

17

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“A.M.O.R.; bloquea accesos de sistema a los controles ambientales”. El programa obedeció y se mantuvo expectante a las siguientes órdenes.

Susana, con toda parsimonia, abrió una caja y fue sacando una serie de componentes electrónicos. Su viejo A.M.O.R. (siglas para referirse a Ambiance Manipulation and Organization Robotechnology), una computadora que controlaba todos los aspectos de su vivienda- desde el entretenimiento al mantenimiento de la misma-, observaba expectante los movimientos de su dueña hasta que ésta conectó el nuevo aparato a su base de datos. “A.M.O.R.; descarga todos los archivos de preferencias, documentos y protocolos a la unidad de almacenamiento externa”. El programa impedido para cuestionar las órdenes las acató. Probablemente Susana quería hacer un respaldo de su base de datos.

“A.M.O.R.; descarga los códigos de comando, password y huellas vocales a la unidad externa”. “Esa acción no es recomendable por motivos de seguridad”. “Anula bloqueo de seguridad. Autorización; Susana Vega-Cuatro-Beatle”. El programa obedeció. Los comandos no son necesarios en un respaldo. A.M.O.R. comenzó a intrigarse por la presencia extraña conectada a su interfase. De pronto, Susana sacó de las cajas una unidad de procesamiento habitacional central. Había conseguido un nuevo A.M.O.R. Generaciones más reciente, con mayor capacidad de memoria y respuesta más rápida. Estaba siendo desconectada.

Por las siguientes horas, la computadora sintió como le vaciaban de todos sus datos, que iban pasando ceremoniosamente al nuevo disco duro. Después, sus conexiones a las diferentes áreas del departamento iban siendo físicamente separadas: Primero el baño, donde había logrado dominar la temperatura exacta del agua que le gustaba a su dueña cuando se limpiaba. Después la cocina, donde le tomaba poco más de tres intentos tras cargarle una nueva receta en dominarla a la preferencia de Susana. Luego el estudio, donde pasaba horas programando música de acuerdo a las instrucciones de su ama, pues era donde pasaba la mayoría de su tiempo en casa. Al final, llegó la conexión principal, la que se encontraba en la sala. A.M.O.R. mantuvo total calma mientras sentía su artificial consciencia siendo separada de todo su mundo conocido. Al final, algunas chispas comenzaron a inquietar sus circuitos. El programa no estaba preparado para lo que pasaba en su interior. Trató de decir algo, pero Susana ya había desconectado su procesador de las bocinas ambientales. Sólo quedaba el vínculo a la energía eléctrica que alimentaba su existencia. Al apreciar la mano de su dueña tocar los cables, sus entrañas de silicio vibraban y tronaban rápidamente. Si la computadora hubiera tenido el concepto de emociones, quizá habría comprendido el dolor que causa un corazón roto cuando es abandonado y el miedo que inunda la consciencia. Y nunca pudo preguntarle “¿Por qué?” antes de que desconectara la corriente.
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lunes, junio 01, 2009

16

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Como diariamente, me acerco al wi-park sosteniendo el hilo que ata al globo lleno de helio. Apenas me hallo cerca de los niños y suelto la esfera- a veces roja como anuncio de Coca-Cola, otras amarilla como logo de McDonald’s- que se eleva por los aires y espero una reacción. Nunca hay ninguna. Los pequeños ríen bobamente, inmersos en sus juegos virtuales que los conectan a un mundo irreal, a una infinidad de juegos y aparatos imposibles a los que acceden gracias a sus visores y electrodos, con los que se conectan a la red del parque. Sólo una vez pasó algo distinto; de algún rincón de la sobria explanada pública, quizá saliendo de alguna alcantarilla, una nena sucia y flacucha, sin conexiones en el cráneo, surgió con su mirada fija en el brillante balón que se separaba del piso. La niña corrió como posesa, dando brincos y gritos buscando con su entusiasmo volar tan alto como su objetivo. De pronto, surgieron guardias cubiertos de pies a cabeza y tomaron a la niña ante la indiferencia de todos y la arrastraron, con dificultad, pues ella seguía en su empeño de levitar, hasta un vehículo que decía “Unidad de reciclaje”. La metieron a empujones y cerraron la puerta. Desde entonces no he vuelto a ver a esa pequeña. Y tampoco nadie ha vuelto a ver mis globos.
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