martes, junio 23, 2009

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La pequeña muerte mira con envidia a su hermana mayor, ocupada con las guerras y masacres, los enfermos y los asesinados, los suicidas y los trabajohólicos. ¡Si ella pudiera tener un trabajo tan descansado!
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En los hoteles de paso hay fallecimientos que claman justicia. Sin embargo, entre sus muros, se dan tantas pequeñas muertes que quedan sin castigo.
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Magdalena, en medio de su dolor, nunca entendió por qué tanto escándalo por el milagro: Él moría en su lecho todas las noches y resucitaba a los tres minutos.
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5 comentarios:

Karla dijo...

Me gustó mucho. Felicidades, Paco.

Maya dijo...

Este me ha gustado especialmente, sobre todo la última parte. Y ayer, al leerlo antes de ir a la cama, me ha dejado con un sueño de lo más extraño...

Anónimo dijo...

R-

Martín Fragoso dijo...

Genial. Si un día descubres que te he plagiado, simularás no darte cuenta ¿verdad? :-)

Blackpaco dijo...

Pues si Zárate no se ha quejado... no veo porque podría yo decirte nada. :-P