miércoles, febrero 17, 2010

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La fiebre era intensa y hacía que cada músculo doliera y la cabeza naufragara en un mar de niebla. Corría en la oscuridad del bosque, huyendo de ese gruñido ronco que no se le despegaba. El animal era silencioso, cauto y, al parecer, conocía bien el monte; al menos tanto como él. Podía olerlo, casi saborearlo en la proximidad. Sus ropas iban dejando jirones en su camino. Cada tanto el gruñido se hacía más intenso y el sufrimiento en todo el cuerpo acentuaba sus punzadas. No podía parar; sabía que la bestia estaba cerca, muy cerca de él.

Sin más, tuvo que detenerse. Sus extremidades no respondían ya. Un dolor en el pecho le apretaba el corazón y los pulmones. Se dejó caer de bruces y sus palmas se aferraron al piso. No sabía cómo, no sabía cuándo, pero el animal infernal que le sometía a tal horror ya estaba ahí, con su gruñido casi encima suyo. Levantó por un segundo la vista y vio su peluda y afilada garra frente a él, junto a su mano.

Sobre su mano.

En su mano.

Se sorprendió levantando el hocico al cielo y aullándole a la luna. Nada más recordaría de esa noche.
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3 comentarios:

Karla dijo...

Está chido!

Blackpaco dijo...

Qué bueno te guste. Gracias por leer y comentar.

Maya dijo...

Gustarme!!!! La fantasía, el terror y similares, es lo tuyo. El buen Tavoman tuvo una gran idea al darte este tema, me gusta como exploras el lado animal del ser humano, me gusta como llevas lo conocido, lo familiar, al extremo de lo extraño, de lo inhumano. y sobre todo,me gusta emocionarme con tu relato,eso me gusta mucho...

Buenas noches amor!!!! cúrate y descansa